sábado, 21 de abril de 2012

Colores


Es vieja como el mundo. Suele estar, más que sentada, tirada en el suelo, ocupando un espacio que obliga a los viandantes a bordearla para no pisar sus pies descalzos. Pide limosna llevándose una mano a la boca repetidamente, indicando su necesidad perentoria de comer, mientras agita un vaso con la otra mano para que los veloces caminantes le echen en él alguna moneda. Otras veces parece estar dormida, tumbada en el suelo junto a su vaso de plástico. Viéndola día a día, se puede llegar fácilmente a la conclusión de que forma parte del entramado de “indigentes profesionales” que están volviendo a verse por nuestras calles. Lleva puestas unas zapatillas de color morado que, casualidad o no, hacen juego perfectamente con una cazadora de entretiempo que no encaja con el frío clima imperante.
La realidad es cruel en los pequeños detalles.

Madrid, 21-4-12 (¡capicúa!)

Una sola vez


Pañuelos de papel.
Cámaras de fotos de un solo uso.
Lentillas de usar y tirar.
Vidrio no retornable.
Envases de plástico.
Vajilla desechable,
pañales desechables,
jeringuillas desechables,
ropa desechable.
Amistades de un rato, relaciones de una noche.
Sin embargo, también cada segundo
lo utilizamos una sola vez,
y nuestra vida no tiene segunda vuelta.

Madrid, 21-4-12