domingo, 22 de enero de 2012

Escribir

Escribir.

Escribir en un papel.
Escribir en el ordenador.
Enfrentarse a la hoja en blanco, a la pantalla en blanco, al trozo de papel arrancado cuando vino la idea.

¡Qué fácil parece! Total, es ponerse (inspiración, transpiración, Cela, el método, la porra... ) Pero intenta hacerlo y verás. Esa idea luminosa que se te apareció cuando estabas paseando el carrito del niño, sin una hoja que llevarte al bolígrafo. Esa pequeña ráfaga que se te acercó en silencio, a las dos y cuarto de la noche, cuando no te podías dormir, pero no estabas lo suficientemente despierto como para levantarte y sujetarla. Esa imagen que te evocó la señora que sale del metro (colombiana, dominicana,... todas llevan el mismo tesón y el mismo sufrimiento marcados en la cara), cargada con el niño, y te lleva a ... ¿A dónde te llevaba? Vuelves al metro al día siguiente, buscas la idea, pero no está allí, quizá alguien la ha encontrado y se la ha llevado, tu idea, que se te había ocurrido a ti, es que ya nadie respeta nada, ni una idea volando por los andenes o arrinconada, quietecita, en algún lugar. Seguro que te la han quitado, quizá haya sido ese tipo que te mira cada día, debes fijarte si tiene ojos de envidia, o si esta vez se rie al verte. Como haya sido él, te va a oir. Te acercarás a él, le mirarás a la cara y... ¿qué estás diciendo? ¿Cómo vas a pedir una idea perdida? Te tomarán por loco, tendrás que cambiarte de vagón, seguir buscando, seguir pensando...
¡Ya lo tengo! ¡El método de la libreta! Eufórico por tu descubrimiento (como si fueras el primero, ja...), esa misma tarde bajas al “todo a 100” de la calle de al lado, compras una libreta y te la guardas, triunfante, en el bolsillo. ¡Tiembla, Loriga! Al día siguiente vuelves a tu ruta cotidiana, pero una sonrisa te corretea por la boca, intentando salir al exterior para que todos la vean. ¡Llevas una libreta, nada se te escapará!

Cuando vuelves a casa, vas mirando a todos con enfado. ¡No ha ocurrido nada, no se te ha ocurrido nada! ¿Por qué, si tú estabas preparado? ¿Será por culpa de la libreta? No debiste ser tan tacaño con el primer alojamiento que ibas a dar a tus ideas, seguro que si hubieras ido a la papelería y hubieras comprado una libreta mejor, un poquito más elegante, con sus tapas duras, su alambre brillante, ahora no estarías en esta situación de humillación interna. Las ideas han debido sentirse despreciadas al pensar que las ibas a introducir en una libreta de 60 céntimos de euro. Y razón no les falta, que la primera impresión es muy importante, porque... ¡Ya se te ha vuelto a ir la olla! ¿Acaso las ideas piensan? ¡Eres tú el que piensa las ideas! Convéncete, las ideas son un producto, no un ente, debes seguir trabajando hasta capturar alguna y luego, como hacen los ilusionistas en el circo, cuando tiran de un pañuelo de color, seguir sacando y sacando, hasta llenar el cesto, hasta llenar la hoja. Si, esa debe ser la forma. Sentarse, mirar a la pared sin ver la pared, escribir. Escribir en un papel. Escribir en el ordenador. Enfrentarse a la pantalla en blanco...


- No me vas a creer, el otro día me encontré con algo de lo más extraño...
- Siempre te estás encontrando de todo, pareces una urraca. ¿Qué ha sido esta vez?
- ¡Una idea!
- A ver, no he entendido bien. ¿Qué te encontraste una idea o que tuviste una idea? Porque no sé cuál de las dos cosas me parece más imposible en ti.
- ¡Mira el chico, si es casi gracioso! Yo, aunque te cueste creerlo (claro, que a ti no te sucede) de vez en cuando tengo ideas. Pero lo del jueves pasado fue alucinante, y totalmente diferente, ¡me encontré una idea! Iba a coger el metro para venir a trabajar, como siempre, medio dormido, como siempre, y mientras esperaba me senté en uno de los bancos y... ¡allí estaba! Era una idea con aspecto de haberse perdido, estaba acurrucada en la esquina que forma el banco con la pared. Con disimulo, y sin estar seguro de lo que veía, me agaché, la cogí, me la metí en el bolsillo y...
- Para la noria, que me mareo. ¿No solo dices que viste una idea, sino que además la cogiste? ¿No te habrás confundido de medicación estos últimos días? ¿Cómo se puede “ver” una idea? ¿Cómo se puede “coger” una idea? ¡Ah, claro! Te refieres a que viste algún papel con algo escrito y, dado tu natural impulso cotilla, no te pudiste resistir a cogerlo y leerlo, encontrándote con el plano del tesoro de Moctezuma, o algo así...
- Que ya sé que es muy difícil de creer, pero incluso para tu pobre neurona esto debería llegar a ser asimilable. Realmente VÍ la idea, y realmente la COGÍ, como el que se encuentra un papel, sí, pero no era un papel, era... una idea. Y estaba allí, quietecita, intentando no ser arrastrada por las corrientes de aire del metro... Para mí fue como ver un cachorro de un perro o de un gato, aterido, solo que sin forma animal, realmente sin ninguna forma definida, pero yo lo sabía, era evidente, era... una idea.


Seguro que parecerá mentira, pero hace tres días que me he perdido, y todavía no sé dónde estoy. Recuerdo que estaba dentro de una cabeza, la cabeza de alguien que intentaba alimentarme, hacerme crecer, cuando un empujón, o un frenazo, o algo así, debió de zarandear a mi “portador”, y yo salí despedida, y fui a parar al suelo. Desde allí, literalmente a patadas, en una de las paradas, a la vez que salía el tropel de gente, acabé fuera del vagón del metro en el que estábamos, y quedé arrinconada junto a una pared, casi sin resuello y pálida del susto, y entonces alguien me cogió, realmente me atrapó, y me encerró en este sitio oscuro y desconocido, y nadie ha vuelto a ocuparse de mí, y...
 
Madrid, enero de 2012