jueves, 17 de junio de 2010

La Esquina (diario)

1-1-10. ¡Qué frío! ¡Vaya forma de empezar el año! Tengo los bloques más helados que si fueran de mármol. ¡Pero qué tonta soy, cómo voy a estar, si soy de granito! Es lo que tiene el ser la esquina de una casa. Pero cuidado, no soy una esquina cualquiera. Soy la esquina de Alcalá con la Puerta del Sol, en pleno centro de esta ciudad y de este país, para lo bueno y para lo malo. Junto al oso (o la osa, que no se ponen de acuerdo) y bajo la botella del cartel de Tío Pepe. Tengo hasta un cartelito de esos que dicen “aquí vivió tal y cual...” Y por si fuera poco el frío, llevo dos noches sin pegar ojo. No es que el barrio sea precisamente silencioso, pero es que entre el ensayo y la Nochevieja, le dan a una las tantas, con todo esto lleno de gente que grita, tira vasos, deja un rastro de basura... ¡si hasta me mearon encima, los guarros...! Bueno, a ver si me da un poquito el sol, y empiezo a entrar en calor...

3-1-10. ¡Vaya diferencia, de un día a otro! Después del follón de las noches pasadas, llevo un par de días de un tranquilo... Se ve que la gente está de resaca, y además sigue haciendo frío. Por mí, que siga así un tiempecito.
Ayer, como no había gente, puede charlar un rato largo con la esquina de Preciados, aunque no es precisamente mi mejor amiga. Es muy presumida, “que si hoy soy de hierro, que si mañana toda de cristal, que si tengo un escaparate nuevo...”, en fin, siempre tirándose el rollo. Nosotras, las esquinas de siempre, las de granito, nunca hemos querido seguir esas modas, que además te dejan el cuerpo hecho polvo, con tanto quita y pon. Para mí, donde esté un comercio fijo, de ésos que pasan de padres a hijos, que se quiten esas cadenas que van y vienen, esos negocios de un día. Una esquina amiga mía, de la calle Atocha, se durmió siendo una librería y cuando se despertó era un sex-shop. ¡Dios mío, que vergüenza pasó!

4-1-10. Después del fin de semana y la resaca, todo ha vuelto a ser normal. Claro que aquí lo normal es el frío, la gente, los que compran oro, los que persiguen bolsos ajenos... y luego los de siempre. Juliana, la de las chuches; Teodoro, que vive en y de los cartones, “técnico de reciclado”, dice él que es; Ernesto, el hombre anuncio, que cambió el sol del malecón por la Puerta del Sol... Buena gente, a la que la vida le ha dado muchos mordiscos y muy pocas caricias.

6-1-10. ¡Otro año más sin ver la cabalgata! Desde que pusieron la plaza patas arriba, el alcalde se llevó a los reyes magos. Y a nosotros, los que estamos siempre aquí, nos castiga año tras año sin ver las luces, las carrozas, los abuelos pegándose por un caramelo, los niños saludando a su rey... Ganas me dan de arrancarme de aquí y bajar a Cibeles, con mi amiga la ricachona, la del Banco de España. Este alcalde, cualquier día se lleva hasta las campanadas, con tal de hacerse notar.

8-1-10. ¡Las rebajas! Todo vuelve a empezar, o a repetirse... Las mismas carreras, los mismos reclamos, las mismas protestas... Mientras los de siempre siguen donde siempre. Menos Teodoro, que hace unos días que no aparece por aquí. Juliana empieza a estar preocupada, dice que no suele pasar tanto tiempo sin aparecer. Solo en una ocasión estuvo fuera un mes. Después volvió y contó que había estado con su familia, en un pueblo de Asturias (esto sorprendió mucho, nadie imaginaba que pudiera tener familia), pero que no podía con ellos, prefería vivir las inclemencias y riesgos de la calle antes que aguantarles. Juliana decía esta mañana que ojalá no le hubiera pasado nada, que estaba oyendo muchas noticias de ataques a mendigos ¿Qué pensarán esos... esos...? No tengo ni palabras para definirlos... ¿Qué pensarán, qué sentirán cuando pegan fuego a los cartones donde hay una persona durmiendo?

18-1-10. ¡Ha aparecido Teodoro! Juliana ya no sabía a quién preguntar, yo la veía muy angustiada, posiblemente se temía lo peor… Pero no, esta mañana apareció, y casi no le conocíamos. Se había afeitado, se había duchado, tenía ropa nueva… Ante la insistencia de Juliana, le ha contado el motivo de su ausencia. Resulta que tenía otro hermano en Madrid, con el que tampoco se hablaba. Hace poco se encontraron, hablaron y consiguieron reconciliarse. El hermano le ha convencido de que deje la calle, sin que tenga que "aguantar a la familia". Al parecer, Teodoro era un buen ebanista, sabía el oficio “como los de antes”, y va a volver a trabajar. Ha prometido a Juliana que vendrá a verla de vez en cuando, y que la invitará a su casa, cuando se instale.

5-2-10. Malas noticias. No podrían ser peores, al menos para mí. He oído que el alcalde, el faraón Gallardón (así le llama Ernesto, con la gran sonoridad de su acento cubano) piensa derribar este edificio. Al parecer, y después de lo que se ha gastado en Cibeles, quiere edificar aquí una “extensión del Ayuntamiento funcional y que mire al futuro, para estar más cerca de los ciudadanos” (para tocar las narices a Aguirre, la presidenta de la Comunidad Autónoma, dicen los que pasan por aquí comentándolo y señalándome). Mis días están contados. Adiós, bolita de las uvas. Adiós Juliana, adiós, Ernesto, adiós, Teodoro.

El País, 14 de febrero de 2010. Madrid.“Al final, a pesar de la crisis, el Ayuntamiento ha empezado a demoler el edificio que hacía esquina entre Alcalá y la Puerta del Sol, para hacer una nueva sede complementaria de la que ya hay en Cibeles. Una niña, que pasaba por el cercano edificio de Presidencia durante el proceso de derribo, dijo a su madre “mamá, mira, esta casa está llorando…” Parece que, con motivo de estas obras de demolición, se han producido algunas grietas en el edificio en el que está el reloj de Nochevieja, y las vibraciones produjeron, además, alguna rotura en las viejas cañerías, lo que provocó manchas de humedad en la fachada. La presidenta, con un evidente enfado, ha declarado que…”


Madrid, 14 de junio de 2010