jueves, 19 de enero de 2012

Mirar para no ver

Era algo tarde, lo justo para que los comercios hubieran cerrado. Bajaba por una calle cercana a mi casa, y los vi. Eran una pareja, hombre y mujer, no muy mayores. En otra ocasión, en otra calle, en otra situación, nadie habría reparado en ellos: aspecto normal, personas de piel algo oscura vestidas con ropas normales. Pero cuando los vi estaban sacando comida del cubo de basura de un supermercado. Esa comida que los supermercados tiran porque va a caducar en breve, y no la vamos a querer comprar. A unos quince o veinte metros de distancia nos miramos; ellos siguieron con su trabajo, yo seguí con mi camino, que a cada paso me acercaba a ellos. Cuando llegué a su altura, lo estrecho de la acera hizo que pasara casi rozándoles. Ellos, dedicados a su tarea de obtener comida, fingieron no verme. Yo, al pasar a su lado, miré hacia adelante, como si no hubiera nadie junto a mí. En el momento de cruzarnos, ellos con la mirada hacia abajo, yo mirando al frente, no sé qué sentí con más fuerza, si mi vergüenza o la suya. ¿O quizá la contraposición de mi vergüenza y su dignidad?

Madrid, 19-1-2012